

Asombro y admiración ante el flamenco de Gumer
La última sesión del Foro de Encuentros antes del verano, celebrado en el Club de Campo, seguramente se recordará como una de las más asombrosas, inesperadas, relajantes y magníficas de cuantas hemos celebrado hasta ahora. Primero, por la general colaboración desinteresada de muchos de los que tuvimos la suerte de asistir y después, por la presencia y enjundia del conferenciante, Gumersindo Gutiérrez, que nos dejó a todos de una pieza, como se suele decir en estos casos, por las dotes demostradas por el invitado en el difícil arte de la interpretación del flamenco, de conocer sus entresijos y de llegar al sentimiento de cuántos tuvimos la maravillosa oportunidad de presenciarlo. Un lujo, una sorpresa y un verdadero sentimiento de admiración.
La cosa empezó esta vez con un regalo de enjundia. Ángel Durández nos regaló a cada uno de los asistentes una maqueta de un CD de canciones grabadas por él. Poseedor de un arte desconocido por casi todos, Durández, reconocido auditor y hoy presidente de la OJD, canta. Y canta muy bien melodías y boleros. Para escuchar en casa, tranquilo y sosegado. Dieciocho canciones de las “de siempre” hay en esta maqueta. Desde la Bohemia hasta Dos Gardenias pasando por Noche de Ronda. Una maravilla.
Y tomó la palabra Gumersindo que nos habló del flamenco y de la voz. Socio de auditoria de PWC y de Deloitte, a partir de los noventa se dio cuenta de que el flamenco era una cosa que le encantaba y con la que se sentía feliz. Primero fueron los cuatro años que estuvo con Price en Sevilla, allí se acercó a este mundillo y cuando volvió a Madrid, decidió quedarse enganchado con este arte y todos los sábados se iba hasta Sevilla a recibir clases. Debió resultar un buen alumno, porque cuando Gumersindo Gutiérrez dejó la oratoria y pasó a ser Gumer, abriendo pecho, sacando voz y entonándose por fandangos, los ojos se nos quedaron a la peña como platos. Y los aplausos no fueron más duraderos, porque molestábamos a los socios del Club de Campo. Nos quedamos atónitos y admirados. Y Gumer se sintió a gusto porque, como buen cantaor, se dio cuenta de que sabíamos escuchar.
A partir de ahí fue todo hacia arriba, superándose y manifestando sabiduría, afición y entrega. Nos cantó un Fandango del Gloria, Granaínas, Peteneras y Rumbas. Y Adolfo Fraile se levantó como un rayo y cogió la guitarra, que hasta ahora Gumer hacía de cantaor y guitarrista. Y Adolfo, con conocimiento y técnica, ayudó a Gumer en cante por alegrías, fandangos (con una letra de Alberti y Manuel Machado) y varias Sevillanas que nos animaron a todos. La hora se echaba encima y Gumer dejó la sonanta y entonó una saeta que muy pocos profesionales serían capaces de repetir. Potencia, sentimiento y compás en un cierre que resultó extraordinario.
En un frío comedor, con los camareros deambulando, sin tener un balcón adecuado, sin micro, a pura voz, sin palmas y con un público profano, Gumersindo Gutiérrez nos hizo pasar uno de los Foros de Encuentros del Grupo Mayores Activos que permanecerá mucho tiempo en el recuerdo de los asistentes. Nos trasladó a un mundo diferente, al mundo del Flamenco, con mayúsculas, porque Gumersindo lo hizo de frente, con la muleta por derecho y encendiendo a los tendidos. Fue una gran tarde.